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Pescadero de cuna
Francisco Palacios lleva toda la vida trabajando en la pescadería del padre. A base de madrugones en Mercamadrid y horas interminables de género, clientela y esfuerzo, ha aprendido un oficio provechoso pero poco reconocido.
Francisco, de 35 años, no había nacido siquiera cuando el padre ya tenía la pescadería en la galería de Cuatro Caminos. “Desde los 13 ayudaba en la tienda y a los 17 entré a trabajar, porque no quería seguir estudiando y mi padre dijo que no quería vagos en casa”, sonríe al recordarlo. Lleva, pues, 18 años consagrado a la pescadería familiar y no se arrepiente. Ni los madrugones de infarto –a las 3.30 cada noche esta ya eligiendo género en Mercamadrid- han acobardado a este joven que es el único de la segunda generación de los Palacios que ha continuado con el oficio. “Mis primos hermanos se han dedicado a otras profesiones: fisioterapia, derecho, enfermería, ejército, pero a mí siempre me gustó la pescadería”. Si acaso lo hubiera cambiado por la carrera de oficial en la Guardia Civil, pero falló en la oposición y no quiso reintentarlo.
“El negocio esta flojo y lo que hay que hacer ahora es aguantar”
Le gusta tanto bajar al mercado como atender a la clientela. “Lo pasas bien”, dice, pese al turno maratoniano (de las 3.30 a las 20.30, con una parón con siesta larga al mediodía). El negocio sigue al cargo del progenitor, pero Francisco admite que ahora tiene “más responsabilidad” que en los inicios, “cuando toda parecía un juego, un ambiente distinto al del instituto, un lugar donde conocer a otra gente”. Ahora no puede despistarse, que hay que facturar lo suficiente para los gastos, para pagar a los empleados –tres en el puesto y un repartidor- y para su propio salario; y no se fácil en estos tiempos de zozobra económica: una galería tan pujante como Cuatro Caminos tiene ocho puestos cerrados, de los 85 existentes. Y como los negocios suelen ser familiares, cuando uno se cierra ya nadie nuevo lo abre. Le preguntamos si no se anima a ponerse por su cuenta, aprovechando las vacantes. “El negocio está flojo y lo que hay que hacer ahora es aguantar”.