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Joven con futuro, al volante de un taxi

Leticia Cano trabaja 12 horas diarias al volante de un taxi. Desde la madrugada hasta las cinco de cada tarde transporta a gente de punta a punta de la Comunidad de Madrid, y más lejos incluso, que en el último verano ha llevado un bikini en el maletero “por si salía algún viaje a Valencia y podía bañarme en el mar”. “Es que leí un libro que animaba a encaminar la suerte, a ser positiva...”, bromea esta mostoleña de 23 años que no tuvo vacaciones estivales y que sueña con abrir su propio negocio de estética. ¿Generación “nini”? Menos etiquetas sociológicas y más oportunidades.

Joven con futuro, al volante de un taxiConfiesa Leticia que se examinó del carnet de conducir algo tarde para evitar su destino en una familia de taxistas. Y acudió a cursos de estética, su verdadera pasión, pero las empresas le exigían una experiencia que no tenía. Durante “un año y pico” compatibilizó las ventas y los encargos ocasionales con el turno de noche en una gasolinera cercana a su barrio, pero las perspectivas no mejoraban, así que decidió probar suerte en el taxi. “Me decidí a comprar un piso y necesitaba un trabajo que mereciera la pena a final de mes”, concreta. Desde el 15 de mayo sabe lo duro que es pasarse una docena de horas al volante cada día, como ha hecho su padre durante toda la vida y sus hermanos Amparo y Manuel Flores desde hace 12 y 15 años respectivamente. “Duermo poco y eso ayuda, pero me cuesta mucho despertarme a las 4.00, porque es una hora a la que uno no se levanta ni por costumbre; ahora mismo me iría a la cama (la entrevista se celebró al término de una jornada, a las 17.00), pero me obligo a tener algo de vida social”, comenta. Vida social y trabajo extra, porque hasta en su día libre, los jueves, aprovecha para hacer manicuras en San Blas. Todo sea para afrontar la hipoteca de ese piso al que se irá a vivir pronto con su gato Sombras… que aún está por nacer; “la gata de mi amiga está preñada y me ha prometido una cría”, sonríe.

Más de 100 euros, “un buen día”

Más de 100 euros, “un buen día” A las 5.30, cada día laborable y un sábado o un domingo alternos ya está Leticia en la parada de Plaza Castilla. “A esa hora las calles son tuyas; allí tomo el segundo café de la mañana –el primero, en casa- y espero al cliente tempranero, que llega por la emisora o directamente”. Si a la fortuna se le pegan las sábanas, puede que tarde una hora y media en cargar, especialmente en estos tiempos de apretura económica. “Si pasas de 100 euros de caja, puedes considerarlo un buen día; si no llegas, pues un día casi perdido”. En la jornada de la entrevista, Leticia había recorrido 268 kilómetros con el taxi ocupado. Le salieron carreras hasta Aranjuez, Villalba y El Vellón, además de las usuales dentro de la capital. “Es la suerte del principiante”, celebra. ¿Clientela? “De casi todo. Prefiero clientes que me hablen, porque el trayecto se hace más ameno y te ayuda a llevar el día de otra manera; pero si prefieren estar callados, pues subo un puntito la música y voy cantando, tan a gusto”. El hecho de ser mujer y joven ayuda y perjudica a partes iguales: “Algunas veces no me han llamado por ser chica y otras veces se les nota la simpatía precisamente por eso; en general hay que tener mucha psicología para que todo vaya bien tanto con el típico estirado como con los borrachos de primera hora (o última, según se mire) de los fines de semana, que son muy pesados”.

Tedio, sorpresas y “careta”

Para esta joven taxista lo peor de la jornada es el tedio de algunos días, cuando parece que todos los viajeros se han quedado en casa y el cartelito de “libre” se eterniza. Claro que para funestas esas jornadas con sorpresa que tardan en olvidarse, como aquella vez que cogió a un grupo de cuatro jóvenes que volvían de juerga; “los fui dejando de uno en uno y el último intentó propasarse y me hizo pasarlo mal hasta que me impuse; desde entonces desconfío de los grupos, no dejo que nadie vaya en el asiento del copiloto y en cuanto tengo sensación de riesgo me pongo la careta de chica seria y no me tose ningún viajero”, apunta.

Leticia ha trabajado mucho de cara al público y eso le ayuda “a intuir ciertos comportamientos”; como aquella vez en que cargó a una mujer en Móstoles, la llevó a su destino en la capital y una vez allí la viajera le pidió que la esperaba para llevarla de vuelta; la intuitiva taxista le prometió que la aguardaría pero que debía abonarle la primera parte del viaje; “lo conseguí tras mucho insistir y, como suponía, la mujer no volvió a bajar; se lo conté a mi padre y me dijo que él también había llevado un día a esa misma señora… y que a él sí lo engañó”, en fin, que se quedó sin cobrar la primera parte de la carrera. Esos tragos amargos no le arrebatan su sensación de que “hay más gente buena que mala”.

Taxi, sí, pero no para siempre

Leticia sueña con “montar algo” por su cuenta, a ser posible en el negocio de la estética. “Quiero que me salga trabajo de otra cosa y, mientras no sea suficiente, lo compatibilizaré con el taxi, porque me he metido en un piso y hay que pagarlo”. La joven mostoleña no se ve toda la vida al volante. “Es superestresante, te transforma, todo el mundo quiere llegar primero, te quieren pasar, y no faltan los listillos que te quitan el cliente al paso”. Por suerte los despabilados son minoría y el gremio los sobrevive, igual que se rebela ante los zarpazos de “la piratería”; “cada vez hay más furgonetas de siete a nueve plazas que van a comisión con los hoteles y nos quitan el trabajo”, lamenta.

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Emprendedores

Un empresario optimista en tiempos de crisis

David Nieto ha puesto a prueba su vocación empresarial abriendo un centro de negocio en plena crisis económica. Nada extraño para quien, con sólo 33 años, lleva un trecho largo como emprendedor, desde aquel primer bar de copas que abrió tras darse cuenta, en la mili, de que su futuro no estaba en el ejército. Y eso que en la anterior crisis económica, en los noventa, intentó hacer carrera en la brigada paracaidista. “Éramos 12.000 para 260 plazas, y me quedé en la reserva; no me arrepiento…”. Actualmente compatibiliza el flamante Centro Operativo de Negocios (polígono Las Nieves) con el café-teatro The Show Room y un servicio de telefonía móvil para empresas.

Dice este joven emprendedor que siempre está “buscando ideas nuevas”. De forma que, cuando cristaliza una posibilidad de empresa, él ya está pensando en la siguiente. Su Centro Operativo de Negocios (avenida de las Nieves, 37, portal 1, teléfono 914961079) empezó a funcionar hace menos de un año, pero llevaba madurándolo mucho tiempo. “Ofrecemos a las empresas que empiezan una oficina amueblada, con conexión a internet, limpieza, recepción de correspondencia, sala de reuniones y servicios extra como traducción de documentos, secretaria virtual, asistente para viajes, consultoría, estudio de proyectos, telemárquetin…”. No lo planeó para un año de crisis como el 2009, pero, como buen emprendedor, ha sabido vestirlo conforme a las circunstancias: “En estos momentos el autoempleo es una salida y nosotros ayudamos a crear empresas con menos recursos de los habituales; también domiciliamos sociedades, para gente que hace su trabajo desde casa y quiere tener una dirección de empresa por cuestiones de imagen”.

 

Experiencia y riesgo natural

David Nieto pensó en sus propias necesidades como emprendedor al abrir el centro de negocios: “Yo tenía mi empresa en Los Rosales en una oficina pequeña por la que pagaba 800 euros, más los gastos de comunidad, agua, luz, limpieza, o sea no menos de 1.200 euros al mes; ahora en el polígono Las Nieves, en un lugar bien comunicado, ofrecemos oficinas nuevas por menos de la mitad de lo que pagaba yo hace tiempo, y con sitio para dos puestos de trabajo”.

Admite que la situación económica “complica” las aventuras empresariales, pero él no se queja: “He montado una empresa nueva y no me ha ido mal”. De hecho, a los pocos meses de abrir el centro de negocios tenía más solicitudes que oficinas, lo que le empujó a abrir una segunda delegación con más espacio, que ahora no termina de ocupar. “Los bancos no renuevan la línea de crédito a empresas viables y eso ha provocado el cerrojazo de muchas, porque les resulta imposible encontrar de pronto de 40.000 a 60.000 euros, por el crédito denegado”. Frente a quienes le animan a “que no arriesgue tanto”, David esgrime su naturaleza: “No soy capaz de quedarme con lo poco que tengo, prefiero arriesgar, no por ambición sino por esa sensación de crear algo nuevo, de conseguir cosas y de dar trabajo”. En el servicio de telefonía para empresas, David tiene empleadas a 15 personas. “Y el objetivo es crear cinco o seis puestos de trabajo nuevos en 2010”, señala, sin dejar espacio para el pesimismo.

 

“Mi universidad: la calle y las ganas”

El emprendedor admite que no le gustaba “nada” estudiar cuando debía hacerlo. “Aprobé la EGB e hice formación profesional de electricidad; ahora, miro atrás y me habría gustado tener una carrera, pero mi universidad han sido la calle y las ganas”, reflexiona. Se ha forjado empresario sobre la marcha, “aprendiendo de los errores, porque hay que equivocarse bastantes veces para tener éxito”. Le pasó con unas tiendas de teléfonos que tuvo; la primera iba tan bien que se animó a probar con la segunda y ahí fracasó, hasta el punto de tener que pegar el cerrojazo a las dos. En vez de hundirse, buscó el flanco aprovechable y empezó a trabajar con el servicio de telefonía móvil para empresas que todavía conserva y con el que dice haber facturado más de 700.000 euros en el último año.

 

Alternativa al paro

En estos momentos de paro desbocado, David recibe llamadas de amigos en busca de un consejo crucial: “Me preguntan qué negocio pueden montar, pero yo no tengo la bolita de cristal para ver el futuro; está claro que el autoempleo es una solución, pero no para cualquiera y no en todos los sectores, así que a muchos les digo que aprovechen el tiempo de paro para formarse más, en vez de gastar la indemnización por el despido en una actividad para la que no están preparados”. David Nieto considera que es el momento de la gente con dotes comerciales, gente capaz de arriesgar algunos euros; “las multinacionales están buscando comerciales freelance para no aumentar la plantilla y basta con pagar la cuota de autónomos e invertir el tiempo; quien no sea capaz de arriesgar eso no está preparado para hacer nada por su cuenta”.

A los que les falte el impulso definitivo quizás les anime lo siguiente: “La sensación de montar algo nuevo y que funcione es inigualable, tremenda. Por ejemplo, el Show Room (www.theshowroomcafe.es) pasó, en seis meses, de local en bruto a lo que es ahora y cuando llegó el día de apertura, que al final llega, pues tuvimos una sensación de gratitud por todos los que habían contribuido; ¿los batacazos? Te dejan tocado, por supuesto, pero lo fundamental es levantarse y con más ganas”. Por aquel empuje con el café-teatro recibió David el premio Joven Emprendedor Ciudad de Móstoles, que promueve el Ayuntamiento. Por cierto que, a diferencia de otros empresarios, nuestro protagonista no presume de agendas imposibles y horarios inhumanos. “Trabajo lo que todo el mundo de lunes a viernes; bueno, también curro los sábados por la noche, pero libro el domingo; quizás no me quejo porque me gusta lo que hago”.

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En movimiento

Móstoles con “eme” de metal

Como esos planos que al yuxtaponerse dan un resultado distinto a cada una de sus partes, la banda de metal Soma’s Cure se transforma en el escenario y ahí arriba es difícil reconocer a ese menor que quiere ser arqueólogo (o tatuador, ahora que no nos oye su familia), al juvenil del Atleti que aspira a bombero, al estudiante de Ingeniería Industrial que se aficionó a la guitarra en la catequesis, al alumno de Audiovisuales que canta en el Coro de la Universidad Rey Juan Carlos o al psicólogo en ciernes que se unió al grupo hace un suspiro. Soma’s Cure, voz de ultratumba y fraseo poderoso de guitarras, bajo y batería al límite. Aquí va su historia.

Móstoles con “eme” de metalPropusimos a estos metaleros mostoleños que eligieran un sitio especial de Móstoles donde fotografiarlos. Quedamos a la puerta del edificio donde ensayan, en Los Rosales, y fuimos andando hasta el punto acordado: un pedazo de carretera perdida a las afueras de Móstoles. Durante el camino y en el rato de las fotos pudimos entrever a unos jóvenes que saben que la imagen vende: muecas calculadas, atención a la moda y detalles como ese guitarra limpiando el barro de las zapatillas recién estrenadas o el cantante pendiente de que no se le viera el calzón de marca al alzar los puños al cielo. De vuelta al minúsculo local de ensayo (compartido con otra banda), fuimos hablando con cada integrante del quinteto, por turnos, mientras el resto completaba el cuestionario para la contraportada de la revista, ya sabéis un libro, un disco, un sueño…

Primero, Darío Gómez, el baterista. A sus 17 compatibiliza las clases de bachillerato con los entrenamientos “serios” en el juvenil del Atlético de Madrid y si la flauta futbolística no suena pues buscará porvenir en las oposiciones de bombero. Darío nos contó que conocía a Borja (guitarrista) desde la infancia y que fueron ellos dos y un tercero que ya no sigue quienes montaron Soma’s Cure. Le fascina la percusión: cajón flamenco, timbales y, por supuesto, la batería que toca desde los 13 años de forma autodidacta.

“Es difícil y no tenemos padrinos”

Preguntamos a Darío cómo ve el futuro de la banda en la música. “Está difícil porque no tenemos padrinos, pero estamos orgullosos de lo que hemos avanzado; para nosotros la música ya no es un hobby, vamos en serio, nos curramos todo y nos molaría triunfar en esto”. Llevan una decena de conciertos, el más multitudinario en el Espacio Joven en las fiestas de septiembre, en Liana, en el último septiembre. En lo extramusical han conseguido que una tienda venda sus camisetas buscando precios asequibles y sueñan con que una discográfica vea su talento y costee una grabación. Un patrocinador no le habría venido mal a Darío para comprarse su batería actual, en vez de esperar un montón de meses para ahorrar lo suficiente para sustituir la de chapa que se agenció por internet y que no resistía ni un baquetazo más. Su receta: paciencia y ganas, las imprescindibles para mejorar con vídeos de internet, para encontrar melodías con una batería electrónica y para llegar donde se proponen. “Hemos mejorado armónicamente, estamos más conjuntados y sonamos a nosotros mismos dentro del metal”. Por cierto, que el baterista llegó al metal animado por “la contundencia, la rapidez” de ese estilo musical.

Directos “creativos” y mucho teatro

Directos “creativos” y mucho teatroHan caído unos cuantos calendarios desde entonces, pero Borja Iglesias tiene vívidos los recuerdos musicales de la catequesis. “Me fijaba mucho en el coro, me compraron una guitarra española y me buscaron una academia en Móstoles”, memora este alumno de Ingeniería Industrial en la Universidad Carlos III. Durante cuatro años se formó en clásico y español, y se aupó al guitarreo eléctrico con profesor particular, sesiones que le sirvieron para mejorar en armonía y ampliar miras y estilos, del jazz a… cualquier parte.

Este mostoleño de 18 años y melena icónica cree que Soma’s Cure está progresando. “Nuestros directos son creativos, la gente puede interactuar, porque la música tiene algo de teatro y hay que transmitirlo”. La participación grupal ayuda: “Si uno viene al ensayo con una idea, la retomamos en el local hasta que encontramos lo que queremos; por eso las riendas del grupo se van moviendo, las llevamos todos”. Sobre el porvenir en la música, ni optimismo desatado ni pesimismo en sombra, mejor la lucidez: “Llegar arriba es difícil, sobre todo porque en España el metal no llega al gran público y en la radio no se apuesta por las nuevas promesas; pertenecemos a una generación que se está curtiendo en la música y tenemos mucha ilusión, hemos empezado pronto y le echamos ganas”.

“Te olvidas de todo”

“Te olvidas de todo”A Víctor Pérez la afición musical lo agarró a la edad de los mimetismos. “Empecé a tocar la guitarra en primero de la ESO, porque un colega se compró una”. Con el tiempo, empezó a dudar de si le interesaba ese instrumento o el bajo, colgó la guitarra temporalmente y dejó de tocar. Hasta que se enteró de que dos tipos –Darío y Borja- buscaban bajista; de golpe se compró el bajo, practicó lo justo para arrancar y se presentó en el estudio. “Estuvimos tonteando, y hasta ahora”, sonríe. Eso sí, para este inminente alumno de Arqueología la música no es hoy un capricho. “Es una manera de quitarte la carga negativa que hay en tu vida; llegas al local de ensayo y te olvidas de todo, es como si cambiaras de dimensión”, festeja. Sus padres recelaban un poco al principio, pero se convencieron de que en Soma’s Cure había algo cuando “vinieron a un ensayo y escucharon las versiones de Metallica”. Víctor, de 17 años, espera convencerlos ahora de que no hay nada peligroso tampoco en aprender a tatuar.

Sentimientos, mejor que mensajes

Sentimientos, mejor que mensajesEl cantante de la banda, Txema Font, de 19 años, estudia Sistemas Audiovisuales y Multimedia en la Universidad Rey Juan Carlos. Tocó la guitarra en tres o cuatro grupos de distintos estilos hasta que por azar se cruzó con Borja y compañía. “Me invitaron al local, probé con ellos y rápido hubo química; al principio tocaba la guitarra y cantaba versiones, pero pronto me dediqué sólo a cantar, lo que fue una liberación en el escenario”.

El repertorio propio no tardó en llegar. “No paramos de buscar; al principio eran temas bastante directos y no estaba muy a gusto; ahora cualquier asunto nos puede servir, una vez que lo convertimos a nuestro estilo, que se basa en la transmisión de sentimientos, no de mensajes directos”. Txema, que canta en el Coro de la Universidad (de bajo), está contento de lo que va logrando con su voz: “Al principio hacía lo que podía, no gritaba, pero he ido aprendiendo, que el metal tiene técnica y tiempo”. Cantan en español, por si las dudas.

Trabajo “al máximo” y suerte

La última incorporación al grupo es Álvaro Longarela, el mayor del quinteto, 20 años. Conocía a la gente de Soma’s Cure por amigos comunes y fue probar con ellos y pasar, instantáneamente, de su grupo anterior. “Nos lo tomamos en serio, estudiamos la música; voy en serio, el mamoneo se quedó en la ESO”, subraya. Va tan lanzado con el grupo que ha recortado todos los gastos posibles, con tal de comprar mejor equipo musical. “He dejado hasta de comprar tabaco”, comenta con guasa. ¿El éxito? “Tenemos que trabajar al máximo y confiar en el factor suerte; y el éxito, si quiere, llegará”.

Al final de la cháchara, les preguntamos por el nombre del grupo y, entonces, mencionan el libro de Huxley “Un mundo feliz” y el soma, esa sustancia “psicoactiva” capaz de proporcionar felicidad instantánea para recuperarse de un batacazo, como esa función de videojuego que te pone en ruta tras cada accidente. 

Más info, en:

www.myspace.com

Vídeo, en:

videosomascure.blogspot.com

Canciones, en:

somascuremusic.blogspot.com

 

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Cantera

A “la felicidad” por la pintura

Beatriz Martínez disfruta pintando retratos, manos esquivas y críos. En cada lienzo en blanco ve “un desafío” y lo afronta con la vibración de quien está indagando en estilos y técnicas. Con o sin boceto, lo mismo retrata a sus hermanos Rubén y Vane, que se pone a captar “la felicidad de la inocencia” a través de bebés y barrigas de mujer. En la última serie ha conseguido relieves casi escultóricos con su paleta de grises. “La grisalla es bonita, sí, pero monótona; ahora tengo ganas de coger un cubo, echar pintura y lanzarlo, a ver qué sale…”, confiesa.

A “la felicidad” por la pinturaBeatriz Martínez tiene 24 años, un título flamante en Bellas Artes y el propósito de vivir de la pintura. “Me encantaría dedicarme a pintar, pero, como es muy difícil vivir de la venta de cuadros, estoy preparándome para la enseñanza”. La teoría y las prácticas del máster en Formación del Profesorado en Artes Plásticas y Visuales apenas le dejan tiempo para pintar, últimamente, y echa de menos las horas enteras de caballete en la facultad. Esta joven mostoleña pinta desde la infancia. “En la guardería la profe les dijo a mis padres aquello de La-niña-pinta-bien, pero quedó ahí; en preescolar les insistieron, así que me apuntaron a una academia donde estuve aprendiendo a pintar desde los seis hasta los 16 años”, concreta. Para Beatriz la pintura no era un capricho extraescolar: eligió el bachillerato artístico y, en cuanto pudo, se inscribió en la facultad de Bellas Artes. “Me advirtieron de que la licenciatura de Bellas Artes no tenía muchas salidas profesionales, pero mis padres me apoyaron”. Y ella les correspondió aprovechando el tiempo en estudio, pintando a todas horas y ganando dinerillo extra en trabajos esporádicos, desde clases extraescolares para menores hasta empleos eventuales como promotora o dependienta de fin de semana. “Es que la carrera era muy cara y había que comprar materiales constantemente”.

Cuadros, compañeros y probaturas

A falta de estudio propio, Beatriz tiene su obra repartida por la casa familiar: en las paredes del salón conviven cuadros de los primeros tiempos (“mi madre no me deja quitarlos”, sonríe) con los de la serie más reciente; las obras más grandes y las inacabadas se camuflan, bien cubiertas, en rincones, como si se esmeraran en pasar desapercibidas, temerosas de que un día les señalen el camino hacia la salida. Y en la espaciosa terraza vive el caballete veterano de mil pinturas que consiguió en una operación-retiro de material que se producen en Bellas Artes. “Lo tengo que restaurar, porque está muy viejo, pero me gusta mucho”, dice la pintora. Quizás le recuerde a los buenos tiempos de la facultad, años duros, sí, pero de creatividad aguda y compañerismo a flor de lienzo. “En el último año aprendí más de los experimentos de los compañeros, con técnicas y estilos, que de los profesores, que te limitaban con sus filias y sus fobias; yo veía a los compañeros haciendo cosas nuevas para mí y luego me animaba a probar en casa”.

Un examen inesperado

Un examen inesperadoLa joven artista empezó a pintar embarazadas, bebés y críos por azar. “En tercer curso de carrera un profesor me llamó a examen inesperadamente: debía pintar algo en técnica libre; en seis sesiones de tres horas pinté una embarazada a partir de una foto que tenía; disfruté y seguí pintando ese tipo de imágenes a partir de fotografías”. Desde entonces ha expuesto en la Facultad de Medicina, en Espacio Niram (zona de Ópera, en la capital) y en otros puntos de la Comunidad. A un garito de Alcalá, por ejemplo, se llevó su serie de niños de espaldas, seis lienzos/críos de 1,35 metros de altura, “Diferentes pero iguales”, se titula. Y para el Museo de América le seleccionaron unos minúsculos dibujos animados, por el Premio Joven 09. Ahora se debate entre continuar con los grises o dar un viraje rompenormas. De momento, las apreturas de las clases y el prácticum del máster le están permitiendo a Beatriz posponer la disyuntiva de alguna manera, así que el caballete pasa los días embolsado contra el frío en un sexto piso. Quizás con los primeros brillos primaverales la artista se decida…

 

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soy de mostoles

Un dj techno genuino en época de sucedáneos

Un dj techno genuino en época de sucedáneosTres platos, miles vinilos y un sintetizador son la vía de expresión artística natural de Héctor Mad, campeón nacional de dj’s techno (2003), productor y adalid incansable de la autenticidad en el escenario, de las sesiones en directo con ritmos propios secuenciados en tiempo real. No por casualidad este mostoleño de 30 años ha compartido cabina con deejays enormes como Óscar Mulero, Dylan Drazen, Cristian Varela, Gunjack Muerto, Pelacha, Takaki Itoh y tantos otros. Al Budha Club de Móstoles, del que es un habitual, retornará el 27 de febrero con otro de sus sets electrizantes.

Dos giradiscos en la casa familiar supusieron para Héctor el descubrimiento de las posibilidades sorprendentes de la música. “Eran de mi padre y, cuando él no estaba, yo aprovechaba para grabar cintas”, recuerda Héctor. El interés de esas probaturas domésticas se agigantó con las experiencias como espectador en las primeras salidas nocturnas. “Entonces me compré un plato de tracción por correa, que eran auténticos ladrillos, y luego otro plato, y con el tiempo empecé a pinchar en el sur, en fiestas en clubes pequeños”.

El gran salto lo dio con el triunfo en el Campeonato de España Pro-Audio del año 2003. “Éramos más de 60 participantes y gané, con Pelacha y Dylan Drazen en el jurado”, no olvida.

El relevo y los “ilusos”

La victoria en el campeonato nacional de dj’s techno elevó a Héctor Mad a “salas importantes”, donde se codeó con deejays conocidos. “Estás arriba y te crees que ya está, que te lloverán las sesiones; teníamos veintipocos años, éramos un poco ilusos y fanáticos de la música y tardamos en ver que los que estaban bien situados no se iban a plegar para que entráramos los de la nueva generación”, lamenta. De relevo, nada. Calcula Héctor Mad que debe de haber “unos 20.000 dj’s” pinchando por todos los garitos de España, pero sólo una minoría puede vivir de la bolsa de las sesiones. Algunos cobran 3.000 euros y hasta 5.000 por hacer levitar durante unas horas al gentío de un club, mientras la mayoría debe conformarse con bolos a 100 euros por noche, lo cual no da ni para costear los gastos de la vocación. Héctor lleva “invertidos más de 75.000 euros en aparatos y en vinilos”, que se ha ido financiando con su trabajo en una empresa familiar. La constatación de que le será muy difícil vivir de sus sesiones musicales no le ha hecho abandonar sino ponerle más ahínco al desafío: le dedica varias horas diarias a su vocación, a caballo de los dos estudios de que dispone, uno en Móstoles y el otro en la capital, y en lo que tiene repartidos los más de 4.000 vinilos que cuida como un tesoro.

“Hacemos música: creamos”

El dj mostoleño reivindica los platos y el vinilo frente al reinado oportunista del ordenador en las cabinas. “Ahora hay gente que va con un ordenador a las sesiones y se limita a hacer clips con un programa informático y a eso lo llama directo”, critica quien sigue acudiendo a los clubes con su contingente de discos y el sintetizador para secuenciar en tiempo real ritmos y melodías. Creaciones propias, porque Héctor Mad también produce. “Algunos deejays producimos música, porque creamos casi de la nada, le dedicamos horas a trabajar los sonidos, creando ritmos, interpretando con el teclado y registrando”.

En Sonnar, FIB, Festimad…

En Sonnar, FIB, Festimad…Este deejay caracterizado por “una técnica explosiva y rapidez de movimientos”, según los entendidos, ha cultivado todas las ramas del techno, del minimalismo al más contundente, “pasando por el sonido Detroit”, apostilla. Ha pinchado en festivales potentes como Sonnar, FIB, Festimad y Viñarock, ha sido dj residente en clubes de la Comunidad de Madrid, está en la carpeta de agencias especializadas en la música electrónica como Distance y Xpansive y ha conseguido el hito de todo deejay: que le  “planchen” temas, o sea, que le editen su música vinilo, porque Héctor Mad trabaja para sellos discográficos como Circuit, Poison, Distance y, de último, Axeek records. En la actualidad tiene una formación nueva, Axeek Electronic, para hacer directos. En su búsqueda conceptual prepara sets de música combinados con performances y proyecciones audiovisuales.

Cinco dj’s pinchando a la vez

El proyecto más ambicioso que tiene Héctor Mad se llama Quinto Elemento y ofrece la perspectiva de ver a cinco deejays pinchando simultáneamente en directo. Iniciativas refrescantes como ésta hacen que el escenario siga siendo ese espacio sugestivo, un lugar desde el que agitar a centenares de personas al ritmo de la música… electrónica.

Más información y sesiones disponibles.

 

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Batallando

Jóvenes parados buscan en el Club del empleo

Edwin Freire y Farid Louar tienen en común sus veintitantos años, el origen extranjero y una tragedia: el paro. Los conocimos por separado en el Club del Empleo, (polígono Arroyomolinos, calle E, 20) donde buscaban solución a un panorama desquiciante: la construcción dejó a Edwin en la estacada al inicio de la crisis económica, y a Farid un expediente de regulación le birló el puesto indefinido de repartidor en camión. El Club del Empleo ha recibido 3.400 visitas en un año. Además de oportunidades en ordenadores y periódicos, ahora ofrece una guía laboral, “Orientamos”.

Jóvenes parados buscan en el Club del empleoFarid Louar lleva dos años en paro y ha caído en el desconcierto: “He ido a muchas entrevistas, pero lo único que he sacado es el Sí, si, ya le llamaremos. Te hacen pruebas, las superas, acreditas la formación que piden y, pese a todo, no te cogen. Ya no sé lo que buscan las empresas”, protesta este mostoleño de 25 años. En el Club del Empleo, Farid  hojeaba periódicos por si las oportunidades. “Tengo internet en casa, por lo que paso por aquí sólo para ver las ofertas de los periódicos, porque he comprobado que internet para oficios como el mío no sirve; tengo que visitar las empresas, no me vale con echar solicitudes”. Lo suyo es oficial de primera en soldadura, aunque lo último que hizo con contrato fue conducir un camión. “Estaba fijo en la empresa para la que repartía, pero hicieron un ERE y me quedé en la calle”, recuerda este joven de padres germanos. Ahora busca empleo “en lo que sea”, y le sirve cualquier punto de España y del extranjero. “Dicen que de todo se sale, pero ¿cuándo? Si es que te mandan ofertas de cursos para trabajar y resulta que te piden dinero a cambio; mucha gente se está aprovechando”, critica.

“Piden mucha experiencia”

Farid no coincidió con Edwin Freire en la mesa de los periódicos en el Club del Empleo, el día de las entrevistas, pero sintonizaría en las impresiones generales. Edwin llegó hace un decenio a España y lleva siete años en Móstoles. Trabajó en la construcción mientras hubo jornal, pero se le acabó y ya no hubo modo de reengancharse. “Estuve convaleciente de una hernia discal en 2007 y, cuando me recuperé, ya no encontré nada de mi especialidad, como oficial de primera”. De las últimas entrevistas a las que ha acudido ha salido con sensación de fatiga: “Piden mucha experiencia y para todos los puestos hay demasiados demandantes”. Era su segunda vez en el Club del Empleo y lo encontramos echando un vistazo a la nueva guía de orientación para el empleo, “Orientamos”, y buscando cursos. “He solicitado plaza en los de soldadura de estructuras metálicas y para conseguir los carnets profesionales, pero no me han llamado”, observa. A la espera vive con sus padres y aporta lo que puede de los 420 euros de ayuda pública que recibe. “No es mucho pero con ese dinero solucionamos cosas”. Sus padres trabajaban pero la crisis se cebó con ellos también.

“Hay futuro”

“Hay futuro”El teniente de alcalde de Servicios al Ciudadano, Daniel Ortiz, visitó el Club del Empleo, por el primer aniversario, y se interesó por la situación de cada usuario en los ordenadores y en la mesa de los periódicos. “Salgo con sensación agridulce: la gente lo está pasando mal, han perdido el trabajo, las hipotecas siguen y se hace difícil afrontarlas; eso produce una sensación de desesperanza, por no ver el futuro; pero luego ves que la gente tiene ganas de sobreponerse, que habla de reinventarse, de reorientar su profesión y eso te da alegría, hay futuro”. El concejal animó a los demás desempleados del municipio a que aprovechen este club municipal para encontrar salida a la crisis. “No les garantizamos un puesto de trabajo, que es lo que nos gustaría, pero estamos poniendo todos los medios a nuestro alcance”, comentó. La guía “Orientamos”, por ejemplo, está disponible en todos los centros públicos y en la Concejalía de Juventud.

“Captación” de empresas

Daniel Ortiz anunció que emisarios de la Empresa Municipal de Promoción Económica (Empesa) están “captando” empresas interesadas en reclutar en prácticas a desempleados mostoleños que haya participado en los cursos municipales. Se dirigen sobre todo a compañías de los sectores “industrial, socio-sanitario, audiovisual y de gestión empresarial”, a las que puede servir el millar largo de alumnos que cada año tienen los cursos de Empesa y el Servicio Regional de Empleo. Por cierto, que las prácticas estarán reguladas para que las empresas incluyan “un programa formativo” y para evitar que aprovechen a los alumnos en prácticas para sustituir a personal contratado. “Queremos crear nexos efectivos entre la formación y el mundo laboral, proporcionar a las empresas personas con la cualificación necesaria”, expresó.  

Los interesados en esta mediación municipal deben dirigirse al Departamento Técnico de Formación de Empesa, que está en el polígono industrial Arroyomolinos, en el número 20 de la calle E (teléfono 91 685 30 90).

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Aficiones

Furor por el teatro

María Miguel, Fran Valcarce y Alejandro Cavadas viven el teatro con entusiasmo y arrebato: actúan, enseñan, estudian, dirigen. Su compañía, Melpómene, les sorbe tardes laborables, sábados “y las horas que haga falta”, porque consideran el teatro “un instrumento educador y liberador”. Con voluntad de profesionales y precio de aficionados, estos veinteañeros de Móstoles llevan a escena asuntos de actualidad, por ejemplo el maltrato, como atestigua su último montaje, “Pared”, en escena el 5 de marzo, en el centro sociocultural El Soto (a las 20.00, gratis).

Melpómene, la musa melodiosa, tiene sucursal en Móstoles desde hace cinco años, la que abrieron los alumnos del taller de teatro de jóvenes del Ayuntamiento con inquietudes artísticas más elevadas. Descubrieron que el teatro es mucho más que un entretenimiento. “Es algo que llevas dentro. Empecé a los 11 años en el taller municipal impartido por Marta Baro; todos los años preparábamos un nuevo montaje, pero nos dábamos cuenta de que necesitábamos más, algo más personal; así que en 2004 creamos nuestra propia compañía, Melpómene; tampoco es que hayamos llegado muy lejos, pero seguimos adelante”, señala con modestia Fran Valcarce, que sigue forjándose como actor, en una escuela, Réplika Teatro, y en el escenario.

Personajes y “otra familia”

El director de Melpómene, Alejandro Cavadas, prefiere la retaguardia. “Lo mío es el proceso creativo. Lo comparo con el momento de elegir cuidadosamente los colores y otros elementos para hacer el resultado más atractivo, cuando pintábamos en el colegio”. A este alumno de la Real Escuela Superior de Arte Dramático le fascina el trabajo con los actores: “Extraigo cosas de ellos que ni ellos saben que tienen”, celebra

María Miguel, estudiante de Imagen y actriz, conoce las muescas del rigor interpretativo. “Tras cada proyecto desconectas, pero, si un personaje te atrapa, lo recuerdas siempre y te sorprendes incluso hablando como él”. Fran tercia: “Las complicaciones se acentúan en los dramas, pero todos los personajes te enseñan algo: yo me quedo con cómo se toman las cosas”. Entonces María aprovecha para decir que, más allá de los roles particulares en cada montaje, lo crucial es el aprendizaje en conjunto. “Vivimos la compañía como si fuera otra familia, ensayamos mucho cada temporada, a veces el día entero cuando estamos cerca de un estreno, y siempre hay mucho que demostrar. Recuerdo el primer montaje, No me dejes, teníamos que hacer ver a todo el mundo que no éramos cuatro críos encaprichados con el teatro…”.

“Esfuerzo” y “mucho coraje”

La compañía Melpómene tiene obra en la VI Muestra Nacional de Teatro Aficionado, que se está celebrando en Móstoles. Al hilo, el teniente de alcalde de Servicios al Ciudadano, Daniel Ortiz, mantuvo un encuentro “informal” con María, Fran y Alejandro para saber algo más de su tarea. “No sé si en el escenario se ve el esfuerzo que, a nivel educativo y formativo, supone llevar una compañía de teatro; la familia y los amigos se dan cuenta del valor de lo que hacemos pero hay otra gente que no le da importancia”, explicó Alejandro. “Las cosas se consiguen con esfuerzo”, apuntó el concejal, en sintonía con la tesis de su interlocutor. “Frente a los que sólo desean salir en la tele y ganar mucho dinero, frente a los que piensan que los logros llegan por azar, hay reconocer el mérito de los que compatibilizan el trabajo, los estudios y la vida con dedicaciones como el teatro; y el reconocimiento llega”, argumentó Daniel Ortiz, que mencionó los Premios Distrito Joven, como fórmula municipal inédita de reconocer el talento y el esfuerzo de los jóvenes. “Sólo unos pocos hemos tenido el coraje de aguantar cinco años ya con la compañía y eso indica mucho trabajo, sin pretextos, que a veces llegamos a ensayar directamente de fiesta”, coincidieron los teatreros. 

Amistad, teatro, vida

Amistad, teatro, vida“Al principio nos unió el teatro, pero ahora nos une algo más: la amistad; gracias al teatro hemos ido conociendo a personas que forman parte de nuestra vida y así se lo decimos a los alumnos en nuestros talleres”, que la compañía Melpómene cuida la tarea educativa, con cursos de gesto, ritmo y movimiento, teatro juvenil y acercamiento a la escritura dramática, en El Soto, y de pedagogía y dirección de escena en varios institutos. Se reparten las tareas entre los miembros de la compañía, que los protas de estas líneas no son los únicos en Melpómene; les acompañan Yolanda de la Hoz, Soledad Fernández, Sonia Pérez y Daniel Corcobado.

En la escena tienen una cita inminente: 5 de marzo. Ocho de la tarde. Centro sociocultural El Soto. Gratis. Sobre las tablas, “Pared”, montaje de Melpómene a partir del texto de Itziar Pascual. Una tragedia habitada por mujeres, testigos del sufrimiento de María Amparo, maltratada por un marido frustrado y un retoño agresivo. La posibilidad de transformar el odio y el dolor en fuerza de liberación. El paraíso y el infierno separados por una pared. Y la soledad, la incomunicación, la violencia, el miedo… “El momento del estreno es maravilloso, pero se sufre mucho, hay una tensión enorme, en el escenario y abajo, donde también lo pasamos mal”, confiesa el director de la obra. “Todo es importante, pero una obra bien ensayada suele ir bien en el estreno; en los ensayos encuentras cosas bonitas; eso sí, lo que te da el público no te lo da un ensayo”, admite Fran, que no tiene papel en esta tragedia universal escenificada por mujeres.

Fotografías de la trayectoria de Melpómene.

Más información, en teatro@melpomeneteatro.es

Vídeos de un montaje premiado anterior:

http://www.youtube.com/watch?v=XAr2aBHjmZs

http://www.youtube.com/watch?v=Z-yg3ny1me8

http://www.youtube.com/watch?v=Cke6PIEAaPM

 

“Lo importante es la práctica”

A todos las 30 horas del curso se les pasaron como una exhalación. Menos mal que la teoría se limitó a un día y el resto a práctica, dentro y fuera del Centro de Arte 2 de Mayo. “Teoría la encuentras si te pones a buscar, pero lo importante es la práctica”, coincidieron. Los vimos rastrear sonidos en el archivo digital del Ministerio de Cultura, con ayuda de la profesora. Buscaban ilustración sonora para la caída de papeles de un periódico. En el equipo al que se arrimó Distrito Joven había dos informáticos, dos ingenieros y un trabajador que prefirió no mencionar su profesión. Rosa, informática de 24 años, había hecho “pinitos” con el vídeo y se inscribió en el taller para recibir “orientación”. Javier, ingeniero de telecomunicaciones, conocía el flanco teórico/técnico de la imagen y el sonido, pero deseaba abordar “la parte artística, porque durante la carrera habré tocado la cámara un par de veces, no más”.

“Rompe normas”

Raúl, ingeniero audiovisual, informático, fotógrafo y trabajador social, nos contó que le seduce el videoarte como fórmula que “rompe normas”; “quería abrirme a un audiovisual sin sentido”, librarse de las ataduras del encuadre que tanto mima como fotógrafo, por ejemplo. Para Marcelo, de 30, era su primer curso y más que meterse en arenas discursivas lo vimos callando y ejerciendo de actor en uno de los vídeos. Y completaba el quinteto Héctor, informático de 26 años, que en el día de edición se mostró como el más inconformista de todos con el hilo de las secuencias y la difícil armonía de imagen y sonido; “no hay tiempo”, lamentaba; la profesora lo apaciguó aludiendo a experiencias televisivas en que, por prisa, cuando no cuadra algo “se mete una cortinilla o un efecto”.

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Rincón

Un guerrero en la Biblioteca

Quienes relacionan todavía biblioteca con tedio y silencio es que no han visitado la cuarta planta de la central de Móstoles. En la presentación de “Kalafiram”, el estreno literario del mostoleño Vicente Ponce, hubo rap, deejay y hasta un guerrero que agitó armas al ritmo de la música de Conan. Podéis adentraros en este mundo de fantasía en www.kalafiram.com

 

Cuestionarios

Iria Rey Astorgano, estudiante de Ingeniería Agrónoma

Iria Rey Astorgano, estudiante de Ingeniería Agrónoma
  • Un libro: “Crepúsculo”, de Stephenie Meyer.
  • Un disco: De Amaral y La Oreja de Van Gogh.
  • Una película: “La vida es bella”, de Roberto Benigni.
  • Una comida: Paella.
  • Un proyecto: Acabar la carrera y trabajar disfrutando.
  • Un sueño: Vivir rodeada de gente que me aprecie.
  • Una pesadilla: Que enferme alguien a quien quiero.
  • Un lugar de Móstoles: Pradillo.
  • Una afición: Patinaje.
  • Te diviertes con: Hablando con mis amigos.
  • Una debilidad: El helado. Un color: El verde.
  • Un olor: A hierba recién cortada.
  • ¿Qué cualidad prefieres en la gente? La generosidad.
  • Un héroe/heroína: Mi padre.

Daniel Corcobado, profesor de baile urbano

Daniel Corcobado, profesor de baile urbano
  • Un libro: “Alicia en el país de las maravillas”, de Lewis Carroll.
  • Un disco: ninguno en particular, si acaso me decantaría por NE-YO.
  • Una película: “La maravillosa historia de Amélie”, de Jean-Pierre Jeunet.
  • Una comida: La pasta, todo tipo de comida italiana.
  • Un proyecto: Una escuela de artes escénicas para la formación de grandes artistas en Móstoles.
  • Un sueño: Vivir dignamente dedicándome a las artes escénicas, y no retroceder nunca.
  • Una pesadilla: No poder hacer realidad mi sueño.
  • Un lugar de Móstoles: El lago del descampado del PAU-4.
  • Una afición: Bailar, interpretar, imaginar.
  • Te diviertes con: La música, mis amigos, viajar y observando esos pequeños detalles que nuca te paraste a pensar.
  • Una debilidad: La boca, muchas veces me pierde, y mi nerviosismo acelerado que hace que en ocasiones me quede sin energía.
  • Un color: El negro.
  • Un olor: El del ambiente después de una noche con lluvia.
  • ¿Qué cualidad prefieres en la gente? Que sea luchadora y se ilusione.
  • Un héroe/heroína: mi madre, la que más; mi profesora Esther Seco, que me ha hecho ver la vida desde otro punto de vista. Y, de nombres conocidos, Johnny Deep, Michael Jackson, Hércules, Salvador Dalí, Kandinsky, Gaudí.

Carlos Yestera Díaz, estudiante de grado de Turismo

Carlos Yestera Díaz, estudiante de grado de Turismo
  • Un libro: “Perdona si te llamo amor”, de Federico Noccia.
  • Un disco: “1990”, de Love of Lesbian.
  • Una película: “Match Point”, de Woody Allen.
  • Una comida: Macarrones.
  • Un proyecto: Terminar la carrera e independizarme.
  • Un sueño: Seguir soñando.
  • Una pesadilla: Los payasos.
  • Un lugar de Móstoles: No me gusta Móstoles.
  • Una afición: Fotografía.
  • Te diviertes con: Mis amigos saliendo de fiesta.
  • Una debilidad: Fiestas y viajes.
  • Un color: Rojo.
  • Un olor: El de la lluvia en el campo.
  • ¿Qué cualidad prefieres en la gente? Sinceridad.
  • Un héroe/heroína: Batman.
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