El siglo XIX


La Guerra de la Independencia (1808-1814) dejó el pueblo de Móstoles exhausto, demográfica y económicamente, debido a la paralización de la economía y a las exageradas contribuciones que el pueblo mostoleño tuvo que aportar para la misma, además de otras aportaciones extras (víveres, paja, cebada, bagajes y transporte) a las tropas que pasaban en el pueblo, que además de vez en cuando causaban altercados y destrozos.


La recuperación posterior fue lenta, pero se vio de nuevo truncada por la Primera Guerra Carlista (1833-1839). Aunque este conflicto bélico no tuvo las fatales consecuencias del anterior, sí supuso la manifestación de la fractura del vecindario y de la propia España en general en dos ideologías: la liberal y la conservadora (absolutista), fenómeno ya esbozado por la propia Guerra de la Independencia. Entretanto Móstoles siguió gobernando la misma élite burguesa de épocas pasadas, aunque ahora en teoría era el pueblo quien las elegía, pero el limitado censo electoral y las pocas alternativas (presionado el proletariado local por los terratenientes) hicieron que el sistema de elección y funcionamiento del ayuntamiento no cambiase mucho.


A mediados del siglo XIX Móstoles ya había perdido muchas características que le habían engrandecido en el pasado: su importancia geográfica se redujo a la carretera de Extremadura (lo que motivó el descenso de la actividad hostelera), el renombre de sus vinos y aceites se fue perdiendo, sus muchas ermitas fueron abandonadas...


A pesar de esto, y si la primera mitad del siglo había sido trágica, la segunda mitad fue lo contrario, ya que se inició un proceso de políticas de mejora del pueblo (higiene, urbanismo, educación...): construcción de la Fuente de los Peces con un lavadero público en 1852, construcción de un nuevo edificio de Escuelas Municipales en 1883, instalación en algunos puntos de alumbrado público por petróleo en 1889, limpieza y arreglo de las calles y caminos, inauguración de un Casino por esas fechas, reparaciones en edificios municipales...



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Con motivo de la inauguración de dichas Escuelas, en 1883 el rey Alfonso XII concedió por Real Decreto a Móstoles el título de Villa Ilustrísima, en reconocimiento de la gran labor del ayuntamiento destinada a potenciar la educación infantil y la cultura. La Desamortización General de 1855, iniciada por el ministro Pascual Madoz, trajo consecuencias negativas para Móstoles: el Ayuntamiento perdió importantes fuentes de ingresos al tener que subastar casi todas sus posesiones (fincas rústicas y solares), y además comenzó un proceso de concentración de terrenos en manos de una nueva burguesía, que monopolizó aún más si cabe, la propiedad de las tierras, esclavizando a los campesinos con abusivos contratos de arrendamiento y obligando a la mayoría a trabajar como jornaleros y braceros. Esto venía fraguándose ya desde la anterior desamortización de Mendizábal (1836).


Esto provocó el llamado Motín del Vino, réplica de los primeros levantamientos campesinos de Loja y otras localidades, en 1861.


En 1891 fue inaugurada la línea ferroviaria Madrid-Almorox, con una estación en Móstoles y el apeadero de Villaviciosa. Este innovador medio de transporte trajo grandes beneficios a las localidades por las que pasaba y a las cercanas.


El Dos de Mayo


El día 2 de Mayo de 1808 el pueblo de Madrid se levantó en motín contra las tropas francesas del general Murat, acuarteladas en la ciudad capital. En la tarde de aquel terrible 2 de mayo, se encontraron en la villa de Móstoles, Juan Pérez Villamil -que entonces ocupaba los altos cargos de Auditor General y secretario del Consejo del Almirantazgo y fiscal togado del Consejo de Guerra- y Esteban Fernández de León -ex Intendente del Ejército y Superintendente de todas Rentas en el distrito de la Real Audiencia y Capitanía General de Caracas-. Este acababa de llegar de un Madrid en plena batalla y ambos se reunieron con los dos alcaldes ordinarios de la localidad, Andrés Torrejón y Simón Hernández, y les persuadieron para que firmasen una circular (conocida por la historiografía como Bando de Independencia), redactada por Villamil y dirigida a las autoridades de las poblaciones por las que habría de pasar, en la que se alertaba de lo ocurrido en Madrid, llamando al socorro armado de la capital y a la insurrección contra el invasor francés. Ambos alcaldes la rubricaron, como autoridades locales que eran, posiblemente ante el escribano del ayuntamiento, Manuel de Valle, para que el documento tuviera validez legal. El escrito decía así (Utilizamos la nueva copia procedente del Archivo Municipal de Plasencia, para mejorar la versión que conocíamos):


"Señores justicias de los pueblos a quienes se presentase este oficio, de mi el alcalde de la villa de Mostoles.


Es notorio que los franceses apostados en las cercanias de Madrid, y dentro de la Corte, han tomado la ofensa sobre este pueblo capital y las tropas españolas; por manera que en Madrid esta corriendo a esta hora mucha sangre; somos españoles y es necesario que muramos por el rey y por la patria, armandonos contra unos perfidos que, so color de amistad y alianza, nos quieren imponer un pesado yugo, despues de haberse apoderado de la augusta persona del rey; procedan Vuestras Mercedes pues, a tomar las activas providencias para escarmentar tal perfidia, acudiendo al socorro de Madrid y demas pueblos y alentando a esto, pues no hay fuerza que prevalezca contra quien es leal y valiente, como los españoles lo son.


Dios guarde a vuestras mercedes muchos años.


Mostoles, dos de Mayo de mil ochocientos ocho.


Andres Torrejon

Simon Hernandez"


El andaluz Pedro Serrano, acompañante de Fernández de León, se ofreció a llevar el parte, mediante el sistema de postas a toda diligencia, por la carrera real de Extremadura, y aunque el jinete paró agotado en Casas del Puerto (Cáceres), después de recorrer unos doscientos kilómetros en veinticuatro horas, sin más descanso que el tiempo necesario para enseñar el oficio en las ciudades y villas por las que pasaba, ya recuperado, continuó su viaje hasta Badajoz, a donde llegó el día 4.


El bando de los alcaldes de Móstoles contribuyó, más que a provocar el levantamiento de la nación -que comenzó a partir del día 25, después de publicarse la abdicación de los Borbones-, a forjar en el ideario patriótico la figura de un alcalde de monterilla que, con la difusión de su bando -el apócrifo, no el verdadero- declaraba la guerra a Napoleón. En la época de las Cortes de Cádiz se institucionalizó el mito del Dos de Mayo, celebrando el aniversario de la gesta de los madrileños en 1811, y fue a partir de entonces cuando se consolidó la leyenda de aquel alcalde levantisco que, en solitario, había escrito el Bando de Independencia.


Los historiadores posteriores, especialmente el conde de Fabraquer y el conde de Toreno, en sus crónicas sobre la Guerra de la Independencia, y otros muchos, legitimaron este mito que oscurecía la realidad de los sucesos. Por su parte, la tradición oral mostoleña, que cristalizó en la obra de teatro que el literato local Juan Ocaña publicó en 1883 y el libro sobre la villa que editó en 1908, dio el protagonismo a Andrés Torrejón, marginando a Simón Hernández, y poniendo en un papel secundario a Juan Pérez Villamil; ni siquiera tuvo en cuenta al olvidado Esteban Fernández de León. Además, otorgó méritos a varios mostoleños como Fausto Fraile, Antonio Hernández y Estanislao Ovejero, arrebatando el papel que jugaron en la realidad Pedro Serrano y Manuel de Valle.



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