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La muestra puede visitarse en el Centro Cultural Villa de Móstoles, hasta el 21 de febrero






Agustín Martín, concejal de Cultura, Festejos y Deportes, visitó esta mañana la muestra Egorretratos, de la artista Pilar Vega, que puede visitarse en el Centro Cultural Villa de Móstoles hasta el 21 de febrero.


Egorretratos es una exposición donde se muestran, juntas por primera vez en el mismo espacio, las obras más relevantes del proyecto personal desarrollado por la artista en el último año y medio. Nueve piezas de gran formato donde la autora convierte el egocentrismo del autor-creador contemporáneo en el protagonista de su discurso artístico.

El ego, tan criticado como alabado, es un tópico que siempre ha perseguido a la figura del artista y que, a menudo, toma forma mediante el autorretrato. Pero este proyecto lleva el acto de la autocontemplación más allá de la vanidad para mostrar el entorno físico y la personalidad del artista, conectándola con la del espectador.


Esa representación del Yo, que parte del autorreconocimiento del autor, se realiza en estas obras a través del reflejo en el espejo. Al espectador se le presenta una imagen, un autorretrato del artista, realizado a partir de una captura fotográfica. Los rasgos físicos se diluyen por el efecto del flash, o porque los oculta el objetivo de la cámara, por lo que el espectador no puede identificar al autor. Se produce así un intercambio de miradas entre artista y espectador, a través de ese espejo y la línea que los separa desaparece, adentrando al espectador en la escena que recrea el autor para él. Se da entonces un cruce de espacios e identidades. Y lo que empezó siendo un acto de vanidad por parte del artista, pasa a ser una puerta abierta a su espacio físico e íntimo.


El espejo ya no es reflejo de ego, sino el punto de unión entre creador y espectador, un acto de empatía entre sujetos. Ambos, desvirtualizados por el tratamiento y la técnica de la imagen. El artista se muestra como un puzzle desfragmentado en el que el todo no es uno, sino muchos. El espectador recompone esas piezas en un camino en el que, sin ser consciente, sus rasgos se adulteran con los de la artista.