Del mismo modo que la sexualidad no es sexo, la orientación sexual tiene que ver con los afectos, los sentimientos, las emociones y las conductas. Está regida por nuestro objeto de deseo, lo que nos estimula y nos excita. Es la forma de ser de la persona en todo su conjunto, de comportarse y de sentirse bien. No se elige, no es voluntaria, no es modificable y no se contagia. Pedir a las personas que se comporten de forma diferente a como se sienten, a como es su naturaleza, pone en serio peligro su salud.


El descubrimiento de una orientación homosexual puede vivirse con sentimientos de soledad, angustia y miedo. Socialmente cuesta aceptar tener una orientación distinta de la heterosexual porque en nuestra cultura, esta conducta es la que predomina y se acepta como "normal", es decir, como la mayoría de las personas se comportan. Los chistes y burlas sobre las personas homosexuales, tener un lenguaje agresivo y despectivo, sin tener en cuenta las personas que los escuchan, advierten del peligro de expresarse libremente, destrozando su autoestima y haciéndoles vivir con el miedo a ser rechazadas y en soledad. En esta situación se necesita un clima de apoyo y de confianza que permita afianzar la autoestima y el desarrollo de la personalidad.

La orientación sexual de cada persona es válida, natural, respetable y está protegida por la ley, pudiendo desarrollar su identidad y ser feliz.

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